Prohibido Prohibir
- alislibreria
- 1 dic 2017
- 2 Min. de lectura

Pues bien andaba por el minuto quince del telediario (ahora acostumbro a empezar a verlo en ese minuto) cuando ha salido una noticia que me ha removido las entrañas. Y, sorpresa, no era de la crónica de sucesos, violencia de género, Juana Rivas o sequía (los temas estrella últimamente); se trataba de que en un colegio, creo que de Málaga, donde por la protesta judicial de un vecino porque los niños eran muy ruidosos a la hora del recreo, ha prohibido a los niños salir al patio a jugar; incluso llegando a prohibir las actividades extraescolares del centro que se realizaban en dicho patio.
Sinceramente yo cada día me avergüenzo más y más de este país y los subnormales (con todo respeto para aquellas personas con retraso intelectual) que pululan por sus calles, y lo que es mucho peor, por sus juzgados.
Los que me seguís habitualmente recordaréis que el año pasado en el colegio de mi hijo prohibieron a los niños jugar al balón en el patio a la entrada y a la salida del colegio porque un abuelo demasiado “protector” y tocapelotas puso una queja ante la dirección debido a que a su nieto le habían dado un balonazo (por meterse donde no debía por cierto).
Este tipo de gente, que merece mi más profundo desprecio (porque mi educación me impide matarlos a bofetadas), solo mira para su propio ombligo y le importa una mierda si para lograr sus intereses tiene que fastidiar a uno, a diez, a todo un colectivo o a todo un país, cuantos más mejor; muchas veces no pretenden conseguir nada, solo pretenden que les den la razón para así poder mirar por encima del hombro a cuanta más gente mejor, sintiéndo que, como siempre, son mejores que los demás.
Y nada más lejos de la realidad; este tipo de gente, habitualmente gente mayor, son unos amargados que demuestran continuamente carecer de un mínimo de educación y que han vivido toda su vida tan reprimidos por el sistema, que ahora se piensan que son libres para hacer lo que quieran y que tienen todos los derechos (sobre todo si su “rival” es más joven) no dudando en pisotear a todo el mundo si con ello consiguen que les den la razón o atiendan a sus peticiones.
Y ahora los niños no pueden jugar en el patio de su colegio durante el recreo porque un juez absurdo y seguramente cercano a la jubilación, le ha dado la razón a este vecino, seguramente ya jubilado, en una decisión judicial que raya la locura. Un juez que castiga a unos niños por ser……….niños, ¡manda huevos! qué diría el señor Trillo.
El problema es que cada vez hay más gente y ya no tan mayor a la que, por variopintas y curiosas razones, le molestan los niños en particular, y les atacan con furia visigoda (a grito pelao) en cuanto tienen oportunidad o tratan de coartar su actividad vital; supongo que por pura envidia de que ellos ya están para el arrastre y los niños están llenos de vida.
Todos ellos olvidan que una vez (hace más o menos tiempo) fueron niños y seguro que les gustaba jugar, correr, gritar o saltar.
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