Adolescentes
- alislibreria
- 18 nov 2017
- 3 Min. de lectura

Ayer por la tarde se consumó la tragedia, se produjo uno de los hechos que más teme cualquier padre preocupado por su hij@); mi hijo había quedado con una amiga (especial) para ir al cine, y eso me tenía un poco preocupado desde que me enteré de la noticia. Bien es cierto que no iban solos, otro chico y otra chica iban con ellos; bien es cierto que mi hijo tiene mucho desparpajo para moverse por ahí; bien es cierto que les llevó un padre y les recogí yo; pero también es cierto que solo tienen doce años y aunque se crean muy mayores no saben prácticamente nada.
Y lo que más me preocupaba y me preocupa es el hecho de que está entrando en el complejo mundo de las relaciones personales entre adultos. Hasta ahora las relaciones que ha podido tener con otros niñ@s se circunscribían a juegos, eran bastante limitadas, también eran en cierto modo sinceras y directas (los niños habitualmente van de frente y no tienen malicia) amén de que estaban supervisadas y controladas por los padres, bueno de algunos, porque les hay que pasan de sus hijos olímpicamente.
Ahora las relaciones se complican de una manera exponencial a medida que van creciendo, que van teniendo que relacionarse con otro tipo de gente, que surgen los primeros amoríos, y eso descoloca a cualquier adolescente. El mío tiene unos cambios de humor brutales del enfado al cariño, de la frustración a la ira, del amor al odio, que le llevan a estar completamente confundido.
Y encima empiezan a aparecer en escena las chicas (en este caso) y lo complejo que es la relación entre géneros. Si ya es difícil para un adulto que más o menos tiene cierta experiencia en las relaciones con el sexo opuesto, puedo imaginarme la cantidad de cosas que tienen que estar pasando por su cabeza en este momento sobre cómo actuar, que decir, y sobre todo, como hacer que no se enteren mis padres.
Soy plenamente consciente de que todos los padres de adolescentes a lo largo de la historia has tenido que afrontar estas vicisitudes (incluso los míos aunque yo fue muy güeno) pero creo que tengo no solo el derecho sino la obligación, y más en estos tiempos de total globalización, de estar preocupado. Y aunque he decidido dar un paso a un lado y soltar un poco el amarre para que aprenda a camino él solo, intento que se mantenga centrado, que trate a todo el mundo con el que se relaciones, chico o chica, con el mismo respeto que cree que él merece y que trate de no meterse en líos. Pero a la vez que disfrute todo lo que sea posible.
Sé que le van a hacer daño, que lo pasará mal y solo aspiro a que sepa que voy a estar ahí cuando me necesite porque, aunque quiera, no podré evitarle todas las zancadillas afectivas y sentimentales que la vida le va a poner. Y ojo, aunque piense que no está mal pegarse un morrazo de vez en cuando para aprender; si podemos quitar alguna piedra del camino, trataremos de hacerlo, solo porque, a mi entender, el único amor incondicional que existe es el de los padres por los hijos y viceversa.
Por cierto, parece que la cita fue bien y hoy (de momento) está muy contento
Entradas recientes
Ver todoComo seguro que ya sabéis porque lo ha repetido hasta la saciedad en radios, televisiones, prensa, carteles en las calles, etc. mañana se...
Comments