Capullos Sin Fronteras
- alislibreria
- 21 abr 2017
- 3 Min. de lectura

Hace tiempo que rondaba por mi cabeza escribir sobre la educación y el saber estar, más concretamente de su falta, algo de lo que hacen gala muchos de los individuos de esta sociedad, e incluso es motivo de orgullo de muchos de ellos, vendidos a una forma de ser basada en la autocomplacencia.
Un buen ejemplo que ilustra esto es la capacidad que han desarrollado muchos individuos de reírse absolutamente de todo y de todos. Hay miles de videos en internet donde se ridiculiza a personas, a veces incluso poniendo en peligro su vida, solo por el “inmenso” placer de poder colgar luego esas imágenes en internet. Da igual si algo es religioso, importante, cruel o dramático, siempre hay algún “imbécil” dispuesto a hacer mofa de ello, publicándolo en las redes sociales, y lo peor es que ese “imbécil” tiene una corte de “imbéciles” que le ríen las gracias.
Yo estoy absolutamente a favor del humor, creo que es básico tomarnos las cosas con humor (de otra manera no podríamos soportarlo) y reírse de las cosas, pero si puede ser sin humillar a nadie, mucho mejor. Esta moda de preparar escenarios para poder realizar estos videos artísticos (si, si, los hay que lo laman el arte del siglo XXI) y de paso “echarse unas risas” a costa de algún pobre incauto me parece que se nos ha ido de las manos y hemos llegado, amparados en el anonimato que proporcionan las redes sociales, a un punto en el que vale todo con tal de según sus autores “hacer gracia” y tener miles de seguidores.
Yo desde mi modesta paginita de facebook solo tengo una treintena de seguidores (y orgulloso de cada uno de vosotros) que disfrutan o sufren mis desvaríos literarios, mis curiosidades, juegos u ofertas; pero también sigo algunas otras páginas que se suponen de humor con chistes y chascarrillos (ahora llamados memes) que me dibujan una sonrisita, pero donde de vez en cuando, algún iluminado, seguro con el afán de ser el más gracioso de la clase, cuelga un video o foto de un gusto cuando menos dudoso.
Pues bien como pequeño ejemplo de este comportamiento, el otro día alguien (ni me molesté en ver su nombre) colgó un video en una de estas páginas de humor. Ya sabéis que yo soy un más que modesto runner que corre para bajar esos kilitos y para mantenerse en forma sabiendo que jamás podré, ya no ganar una carrera, sino quedar entre los mejores, eso si a esfuerzo y entrega no me gana nadie; pero volviendo al video, en él se veía el puesto de avituallamiento de una carrera (seguramente un maratón o medio maratón) con botellas de agua. Pues bien esas botellas estaban pegadas a la mesa por el “subnormal” de turno (presente en la escena) y su amigo que lo grababa todo, y los corredores no podían cogerlas, alguno incluso llegó a caerse tratando de coger una. ¡Qué gracioso! Las risas del amigo se oyen en la grabación. Si alguna vez has corrido alguna carrera larga sabrás, si no te lo digo yo, que a veces esa agua es VIDA, cuando estas luchando por dar un paso más. Yo no puedo entender que le ven de gracioso a esa situación. Afortunadamente este video levantó una tremenda ola de indignación en la página de donde yo lo vi, de tal forma que la persona que lo subió tuvo que pedir disculpas y retirarlo, eso si después de recibir todo tipo de lindezas (merecidas).
Hoy, cada día desde todos los ámbitos se nos intenta convencer de que para ser feliz hay que ser popular (y rico) y tener miles de “amigos” en las redes sociales; Con ello lo que consiguen es aislarnos del mundo y que veamos solamente aquello que ellos quieren controlando nuestro comportamiento y nuestro pensamiento y convirtiéndonos en seres onanistas que solo valoran su propio bienestar o placer y no dudan en pisotear a quien se ponga por delante para conseguirlo.
Pues yo no seré tan popular, ni tendré dinero pero al menos trato de no comportarme como un niño de 4 años. Pensadlo.
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