La Guerra de los Deberes
- alislibreria
- 25 nov 2016
- 3 Min. de lectura

Supongo que habréis escuchado en la televisión, la radio o habréis leído en los periódicos que una asociación de padres y madres de alumnos de primaria, concretamente CEAPA, convocó una huelga de deberes en los escolares. Y yo sinceramente creo que esta gente, que debería dedicarse en el ejercicio de sus funciones, a la protección y defensa del bienestar de los niños solo busca salir en los medios y satisfacer sus propios intereses y egos.
El debate sobre los deberes no es nuevo sino que lleva muchos años en vigencia pero esta asociación lo ha llevado a un terreno mucho más peligroso para la educación de sus propios hijos (aunque sin conocerlos estoy prácticamente seguro de que ninguno de los dirigentes de esta asociación tiene ya hijos en edad escolar), el terreno del conflicto directo.
Estamos enseñando a los niños el valor del rechazo, con o sin razón; esto no me gusta pues no lo hago. Y a la par estamos menoscabando aun más la poca autoridad que les queda a los pobres profesores fomentado la insumisión de los niños frente al centro escolar y sus profesores. Es un modo muy gratuito de confundir el enfoque de lo que debe de ser la comunidad educativa.
Y es que con sus argumentos trasnochados dan a entender que la educación es algo que se circunscribe tan solo al ámbito del colegio, y que en casa los niños tienen que disfrutar; y eso es, a mi entender, un grave error. La educación ha de ser global, tanto en el colegio como en casa para que sea una buena educación completa y la sociedad tiene que concienciarse de ello, alejándose de culpar exclusivamente a leyes educativas que vienen y van o a la incompetencia de los profesores del alarmante fracaso escolar de nuestro país.
No pocos expertos coinciden en que las tareas escolares sirven para afianzar conceptos y contribuyen a valorar el esfuerzo personal. Podemos discutir el tiempo que hay que dedicar a los deberes y los profesores deberían coordinarse para no recargar innecesariamente a los estudiantes, pero carece de sentido oponerse por principio a un sistema que, teniendo en cuenta que cada niño es diferente, valoriza la igualdad de oportunidades, ya que hay estudiantes que les basta asistir a clase para asimilar conceptos y hay otros que necesitan trabajarlos más para su correcta asimilación.
Y es que es mucho más cómodo llegar a casa y ponerte con el ordenador, o a ver la televisión (con lo educativo que es ver “Sálvame” o “Gran Hermano” no hay duda) que no tener que ocuparte de los deberes de tu hijo/a. Y aquí es donde surge la batería de excusas, que si hay demasiados y los niños no tienen tiempo para jugar (querría yo saber el tiempo que esta gente dedica a jugar con sus hijos), que si no tienen conocimientos para ayudarlos (pero no se molestan en buscar ayuda –y hay ayuda muy barata solo hay que buscar-), que si los profesores no explican bien (aquello de, a mi hijo le tiene manía el profesor) y demás. E incluso me atrevería a afirmar que, en muchos casos esos mismos niños no tienen tiempo para hacer los deberes porque tienen actividades extraescolares toda la tarde de todos los días de la semana.
Pues yo creo que los deberes no están mal, ayudan a ir cogiendo ese hábito de estudio y constancia que luego será muy importante, que los profesores más o menos se coordinan para que sean una cantidad asumible, busco alguna ayuda cuando no entiendo algo (y si no, el ejercicio va sin hacer y con una nota para que se lo explique al niño) y disfruto resolviendo problemas con mi hijo y viendo cómo se siente realizado cuando consigue resolver algún ejercicio especialmente complicado o cuando consigue resolver alguno que yo no he conseguido hacer.
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