La Ventana Indiscreta
- alislibreria
- 28 abr 2016
- 3 Min. de lectura

Yo reconozco que fui educado con unas formas muy diferentes a las que se estilan hoy en día; y no digo que fueran ni mejores y ni peores, eran otros tiempos y se utilizaban otros métodos. Antes el miedo estaba instalado en las aulas y en casa, porque si no hacías las cosas de la manera correcta, lo más normal es que te cayera una bofetada de regalo; y nadie se escandalizaba.
Puedo admitir, desde la distancia temporal, que ese clima de terror no era lo más adecuado para que un niño desarrollara todas sus aptitudes y capacidades, si es que tenía alguna, pero nos dejaba muy clarito aquello que se podía o no se podía hacer. Eso si, reconozco que se abusaba un poco demasiado del castigo corporal.
Todo esto viene al caso de que acabo de leer una noticia en el periódico que, sinceramente, me deja estupefacto por la incompetencia de todos los protagonistas. La acción se desarrolla en Santander y trata de una niña de 10 años que sale del colegio a las 14:00 horas; a las 15:00 horas aún no ha llegado a casa y su madre no sabe nada de ella por lo que se acerca al colegio a ver si está allí y le dicen que ya se ha marchado. La madre vuelve a casa a esperar y la niña, recordemos de 10 años, aparece a las 16:00 horas. Evidentemente hubo una buena bronca, y a lo que se ve bastante sonora, con una torta y algún zarandeo de regalo para la niña. Algún vecino oye esta discusión y llama a la policía, la cual se lleva detenida a la madre por violencia doméstica.
Creo que todo esto es un enorme despropósito; la madre ignoro si tiene alguna razón para no acompañar a su hija al colegio porque creo que es un poco pequeña para andar sola por ahí y luego se va a casa a esperar; la niña que decide, en su joven inconsciencia, marcharse con las amigas sin decir nada; el vecino aburrido, que en mi opinión es el peor personaje de esta historia, que se mete donde nadie le llama; y la policía que decide actuar de oficio en un caso absolutamente doméstico y montar un circo en vez de resolverlo hablando con las verdaderas protagonistas.
Como queda la cosa ahora. Pues bien, el vecino, absolutamente ufano y satisfecho de si mismo, ha provocado un conflicto familiar gravísimo en cumplimento de un deber que solo se justifica por las ganas de meterse donde nadie le llamaba y por su aburrimiento. La madre que ha perdido cualquier autoridad sobre su hija y que, por mor de esta sociedad cruel, quedará estigmatizada durante mucho tiempo. Y la niña, a la que le han dado una carta blanca para hacer lo que le parezca sin ninguna consecuencia porque le han mostrado el camino para irse de rositas.
Esto se hubiera arreglado si ambas protagonistas hubieran podido hablar sin que nadie se hubiera metido. No dudo para nada del amor recíproco de madre de hija, y que la acción fue fruto de los nervios y la preocupación. Pero estoy absolutamente seguro de que la niña habría aprendido y no lo volvería a hacer y sobre todo de que la torta le dolió más a la madre que a la hija.
Llamarme antiguo o violento, pero una bofetada a tiempo, endereza comportamientos que con el tiempo se vuelven muy peligrosos. Estamos enseñando a nuestros hijos a que hagan lo que hagan NO PASA NADA, y eso, afortunadamente no es así para lo bueno, y si lo desgraciadamente para lo malo.
Entradas recientes
Ver todoComo seguro que ya sabéis porque lo ha repetido hasta la saciedad en radios, televisiones, prensa, carteles en las calles, etc. mañana se...
コメント