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El Show de Don Miguel

  • alislibreria
  • 19 abr 2016
  • 2 Min. de lectura

Esta es la semana literaria del año por excelencia. Se conmemora que allá por 1616 el 22 de abril moría Miguel de Cervantes Saavedra y el 23 de abril moría William Shakespeare, dos de los más grandes genios literarios que han pisado la tierra.

De todas formas no nos engañemos, en este país de pandereta, casi nadie se acuerda de estos dos hombres ni de la literatura en general salvo en esta semana (me gustaría oírla noticia en el telediario de que han pillado a un ministro en el Congreso de los Diputados leyendo “El Quijote” o “Hamlet” y no que le han pillado jugando al ”Candy Crash”) y se hacen multitud de homenajes y celebraciones y durante una semana nos acordamos de que en nuestra casa hay cosas de esas con hojas y letras que cuentan aventuras, romances, dan consejos, nos hacen reir, llorar, mordernos las uñas con la intriga y además alimentan nuestra imaginación y nuestra cultura.

Hace un año se montó un revuelo tremendo, se iban a buscar los huesos de Miguel de Cervantes para que todo el mundo pudiera honrar sus restos. Para ello se preparó un enorme dispositivo con grandes expertos, material de ultimísima generación, gran despliegue mediático promovido por la entonces gran alcaldesa experta en lenguas Ana Botella y grandes cantida


des de dinero público destinadas al efecto (que no faltara de nada).

Y todo ello para buscar en el sitio donde desde hace siglos se sabe a ciencia cierta que estaba enterrado el autor, el Convento de las Madres Trinitarias de Madrid . Eso si estaba enterrado en una cripta con otras personas y había que saber exactamente que huesos eran los suyos y hacer una tumba individual y muy bonita que la gente pudiera visitar.

El día que las investigaciones concluyeron se organizó una rueda de prensa multitudinaria en la el director de la operación Francisco Etxeberria nos dijo que, en la cripta analizada habían sido encontrados huesos de 16 personas, algunos de los cuales que “podrían ser” de Miguel de Cervantes por coincidencias históricas y culturales. Pero habría suficientes puntos de discrepancia entre los arqueólogos al no poder hacer la prueba de ADN a los restos como para no poder asegurarlo. La decepción fue mayúscula.

Eso si, se construyó una tumba muy aparente en el lugar y se encargó a las monjas que gestionaran la multitud de visitantes que iban a acudir a visitar al autor. Un año después en la televisión salió un reportaje acerca del lugar al que apenas se acercan unos cientos de personas a la semana, y casi todos visitantes extranjeros.

Todo el mundo ha olvidado los fastos del año anterior con la búsqueda, no se publicita y lo que es peor, la gente prefiere ir a ver el estadio Santiago Bernabéu antes que la tumba del más grande autor español de todos los tiempos.

A la tumba de William Shakespeare sin embargo acuden miles de personas e incluso se hacen hasta peregrinaciones como si de un santo se tratara (y debía ser una pieza de cuidado). Seguro que Don Miguel siente envidia. Y yo también

 
 
 

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