Y ahora que

¿Y qué hacemos con ellos?

No sé si os habréis enterado pero unos descerebrados radicales se han hecho explotar en el aeropuerto y en el metro de Bruselas llevándose consigo la vida de varios ciudadanos inocentes, cuyo único delito era pasar por allí en el momento menos oportuno, o, asómbrense, ¡estaban trabajando!.

Tiempo atrás, cuando era joven, me gustaba jugar a los juegos de rol, y jugaba a uno bastante curioso cuyo nombre ahora no recuerdo y cuyo lema era “la violencia es el último recurso del incompetente”, y premiaba la resolución de las misiones con astucia e inteligencia sin tener que tirar de armas de destrucción masiva. Seguro que como todos hemos podido comprobar alguna vez la violencia no soluciona absolutamente nada; la violencia solo genera más violencia.

Y es que seamos sinceros, después de lo que sucedió ayer en Bélgica, quien no ha pensado en que lo que habría que hacer es reunir a todos estos cafres en un lugar y bombardearlo hasta que no quede absolutamente nada ni nadie en pie. Yo, con la mayoría las personas que pude hablar ayer del tema opinaban en este sentido; nadie hablaba de capturarlos, juzgarlos y meterlos en la cárcel.

El problema es que esta violencia es del todo gratuita, sin sentido, sin una razón que pueda justificarla salvo en las enfermizas mentes de quien la perpetra. Y nuestra mente y nuestros sentimientos no están preparados para responder ante este despropósito, por eso nuestra reacción es generar una violencia más salvaje y devastadora aún.

En nombre de la religión se han hecho una gran cantidad de terribles y monstruosos despropósitos. Siempre ha habido iluminados que en nombre de su “dios” han cometido atrocidades, normalmente en busca de poder o riqueza, y han conseguido adeptos que les han seguido en su locura, pero creo que ninguna religión, ninguna, se basa en la violencia sino en el amor a los demás, cada una a su manera, pero con ese principio básico.

Así que no tengo claro por qué o por quién esta gente hace lo que hace y me pregunto qué deberíamos hacer con nuestra vida; ya no vamos a poder ni salir a la calle por el clima de terror que estas alimañas con forma de seres humanos quiere imponer en nuestras vidas, y que es el mismo clima de terror que inculcan entre sus propios adeptos.

Entonces, ¿qué hacemos?

A nosotros solo nos queda seguir con nuestra vida y morirnos de miedo cuando nosotros o alguien a quien queramos, tengamos que coger un avión, un tren, un autobús o tengamos que ir a trabajar.